Me llevo el calor de tu mano estrechando la mía, me llevo el frío de tu mirada cuando te ibas. Se quedan conmigo las sonrisas y las carcajadas cuando hablábamos de pavadas, del cielo, de la vida y de todo y nada a la vez.
Te dejo, en cambio, para que te quedes con un poco de mi, la risa contagiosa y mis ojos iluminados cuando te miraban con cariño, para que te los quedes, porque no me quedan muchas cosas más después.
Comparto con vos (porque no quiero que te lo lleves todo, quiero tenerlo yo también) el primer instante que te vi, ese que cambió mi vida y desde entonces ya nada volvió a ser igual.
Te dejo el puñado de ilusiones no concretadas a lo largo del camino, para que las hagas tuyas y las completes.
De todo lo malo, no me llevo nada, ni te lo dejo, prefiero tirarlo, desecharlo, quemarlo, alejarlo de todo esto que fue y seguirá siendo especial, y de todo lo mágico para que nuca se pierda. Por todo eso que no supimos explicar, por todo lo que supimos sentir...
