Nada mas pasó, no podía salir de ahi. Era tan lindo el momento. Me besó, lo besé, nos besamos.
Caigo en sus brazos sin mas que decir, y el me estampa un beso. Obviamente lo segui.
Sus brazos abrazandome bien fuerte, pasando por mi cintura, sus labios en los mios, todo era en si perfecto, sin mas. Y ese irresistible perfume que solo me lleva a besarle el cuello (me provocaba morderlo, pero se veria muy cinico). Ante mis miles de besos en su cuello él hizo lo mismo.
Y no había palabras, estabamos completamente en silencio, abrzados, sintiendo como se inflaba y desinflaba la panza del otro mientras respiraba, y volviamos con los besos. Y en un momento nos miramos, nos sonreimos, juntamos las cara chocando las narices (asi como en las escenas romanticas de una pelicula), nos miramos a los ojos, y volvimos a sonreir.
Todo parecia tan hermoso, como si ya estubiera escrito, ese lugar nos esperaba para que se diera ese momento. El destinó nos unió.
Y nada se compara al sabor de tus labios...
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