Aprendí a bajar la fiebre y hacer masajes. Aprendí a perdonar. Aprendí a hacer tortas de cumpleaños. Aprendí a priorizar. Aprendí a conocer y frenar muchas de mis compulsiones y a controlar tantos de mis impulsos. Aprendí a limpiar. Aprendí que a veces la mejor (sino la única) manera de cuidar a otro es dar un paso al costado. Aprendí a no demandar. Aprendí que siempre piden más quienes menos merecen. Aprendí a extrañar. Aprendí a respetar los tiempos ajenos y acompañar los procesos. Aprendí a escuchar. Aprendí a alejarme antes de sentir que no puedo respirar. Aprendí a cocinar. Aprendí a decir casi exactamente lo que quiero expresar. Aprendí a querer. Aprendí a desprenderme de los objetos sin arriesgar los recuerdos. Aprendí a cuidar. Aprendí a cortar el pelo y rascar la espalda. Aprendí a compartir. Aprendí a pedir ayuda para combinar la ropa. Aprendí a acompañar. Aprendí a no reprocharme a mi misma los descuidos y detalles que disculpo en los demás. Aprendí que a veces no sé cuidarme sola y necesito que quienes me quieren me defiendan. Aprendí a esperar.
Aprendí que siempre vale la pena seguir aprendiendo.
1 comentario:
Nos marcan aún más las cosas que NO aprendimos.
Publicar un comentario